lunes, 28 de marzo de 2011

La sombra de Abraham

La sombra de Abraham

* Rubén Mendoza y Mario Enrique del Toro comparten algo más que los colores de un partido. Para ellos es común el nombre de Abraham Talavera, muerto ya en circunstancias que siempre albergaron sospecha. Talavera, operador político de altos vuelos en lo tiempos Hank y hasta el salinato, se dio tiempo para organizar a un grupo de jóvenes que descollaban por algunas cualidades.

 

Miguel Alvarado

Se definió como “feo” en las elecciones del 2005 y de nada le sirvió. Hace 5 años era la figura emblemática del panismo y creía tener la fórmula para derrocar al priismo por primera vez en el Estado de México. Comenzó aquella campaña para la gubernatura con 20 puntos de ventaja, que perdió en menos de dos semanas. Al final, abucheado y denostado por los propios panistas, Rubén Mendoza se hizo humo de la escena política mexiquense mientras sus rivales, Enrique Peña por el PRI, asumía la gubernatura y Yeidckol Polenvsky una senaduría.

Poco pudieron hacer sus aliados en aquella etapa de su vida. La poderosa maestra Trinidad Franco y el ex líder priista Isidro Pastor terminaron por hundir a Mendoza. Cuatro años después se convirtió en un militante incómodo para su propio partido, donde nunca volvió a encontrar lugar. A pesar de ello, desde hace un año Mendoza se preocupó por aparecer en público. Organizaba mítines, encabezaba protestas de vecinos furiosos, denunciaba a políticos y funcionarios y hacía creer que buscaría un cargo público.

No tuvo oportunidad. El 21 de enero, justo al comienzo de los procesos electorales internos de los partidos con miras a las elecciones por venir, Gustavo Parra, secretario general del PAN, hizo público que Mendoza había incurrido en manejos irregulares con las finanzas de su partido cuando era delegado en Tlalnepantla. Esto fue suficiente para que se decretara su expulsión pero Mendoza se mantuvo tranquilo, a diferencia de las campañas. Ya había llegado a un acuerdo verbal con Mario Enrique del Toro, diputado local por el PRD, para integrarse a su equipo en la búsqueda de la alcaldía de Tlalnepantla, el municipio que lo catapultó en la política cuando fue alcalde de ese lugar en 2000-2003.

A pesar de las protestas de militantes perredistas por la inclusión de quien consideran un perdedor y mal ejemplo, que Del Toro lo haya recibido sin más no es casualidad. Son amigos de años y comparten experiencias de todo tipo.

Mendoza comenzó en el PRI pero cambió al PAN, donde coincidió con Del Toro, quien luego se descubrió de izquierda y con un movimiento de manos, pasó mágicamente a las filas del PRD, donde hoy hace precampaña para Tlalnepantla.

Pero los dos saltimbanquis comparten algo más que los colores de un partido. Para ellos es común el nombre de Abraham Talavera, muerto ya en circunstancias que siempre albergaron sospecha. Talavera, operador político de altos vuelos en lo tiempos Hank y hasta el salinato, se dio tiempo para organizar a un grupo de jóvenes que descollaban por algunas cualidades. Entre ellos estaban Mendoza, Del Toro, Carlos Iriarte, Ulises Ramírez y Cuauhtémoc Sánchez Barrales. Talavera, madre y padre de lo que después fue el Grupo Tlalnepantla, murió priista pero en extrañas condiciones. La historia negra implica a los mencionados de manera directa, aunque la parte oficial nunca hizo acusaciones contra ellos. La muerte de Talavera definió los destinos de aquellos señalados y así Iriarte probó suerte como Golden Boy, a la sombra de Arturo Montiel; Ulises Ramírez, huérfano a la muerte de Mouriño, campea en el PAN no sin problemas y Cuauhtémoc Sánchez, también en el PAN, cobijó al propio Mendoza y le abrió los ojos. Otros más fueron mencionados en el asunto, que meses después terminaría archivado y esperando el perdón del olvido.

Durante las campañas electorales del 2005 un malicioso correo electrónico recorrió las redacciones de los diarios locales en Toluca, narrando en primera persona una increíble noche de copas y sangre, que terminaría con la desaparición de Talavera. Casi nadie lo publicó o comentó y el nombre de Mendoza se mantuvo más o menos a salvo.

Talavera, un protegido de Carlos Hank González, patentó la jocosa anécdota que refiere la búsqueda del origen mexicano del llamado profesor. Un grupo de investigadores, reunidos por Talavera, estuvieron durante meses investigando, por orden de aquel patriarca, alguna relación del apellido Hank con raíces mazahuas. Al final, cansados y apesadumbrados, entregaron a Talavera un sobre con la sesuda conclusión. Hank, de origen alemán, significaba en el étnico lenguaje, “El que vino de Alemania”.

Diferencias con Emilio Chuayffet obligaron a Mendoza a abandonar el PRI y encontraron en el PAN una poco explotada veta política. Allí se quedaron casi todos, donde destacaron prontamente. Del Toro, sin embargo, tuvo un roce con el amigo Mendoza, cuando éste se decidió por Ulises Ramírez para la alcaldía de Tlanepantla, para el 2003-2006. Mario Enrique renunció y se fue al PRD, donde ahora pretende dar cabida a su antiguo compañero.

Al conocer hace unos días su expulsión, Mendoza olvidó pasados y futuros y acusó de manera directa a la dirigencia estatal del PAN de formar una “pandilla” que se ha enriquecido merced a sus cargos. Ulises Ramírez, senador, y Marco Antonio Rodríguez Hurtado, alcalde de Tlalnepantla, fueron citados por el ex candadito a la gubernatura como los principales corruptos, junto con José Luis Durán Reveles.

Mendoza destapó entonces sus intenciones para acceder al PRD, un histórico perdedor en aquel municipio. Nacido en 1961, sabe que si el PRD lo cobija, aún con la estructura que el propio Mendoza le atraería, no ganará los comicios pero se aseguraría una nueva plataforma política, rompiendo así la promesa que hizo de no volver jamás a pisar una arena de este tipo, cuando fue derrotado por Peña.
Por su parte, Del Toro no la ha tenido tan fácil en el PRD. En campaña activa desde hace meses, comenzó operando una discreta página en internet, que luego transformó en portal, www.deltoro.org donde sube fotos y actividades. Las campañas cibernéticas son comunes y casi todos los aspirantes tienen una o piensan en un espacio en la red.

Apenas el año pasado, Del Toro fue denunciado por los militantes del PRD por apoyar de manera ilegal la campaña de Alejandro Encinas, quien contendía por la presidencia nacional del PRD. Nacido en Apatzingán, Michoacán, en 1966, hoy promueve su propia candidatura para Tlalnepantla, que ya perdió en el 2003 y en el 2006.

Con la experiencia adquirida aprovecha todo y hace poco denunció estridentemente que el gobernador Peña orquestaba un equipo de espionaje junto con Ricardo Aguilar, presidente estatal del PRI. “Enrique Peña Nieto y Ricardo Aguilar Castillo fraguan espionaje político no sólo en Tlalnepantla, sino en municipios gobernados por la oposición, con el fin de bloquear la labor proselitista de posibles candidatos”.

En ese caso implicó a un pariente de Peña, Armando Nieto, ex director del ayuntamiento de Tlalnepantla, a quien nombró como uno de los operadores de las 30 personas o más que forman el supuesto grupo de James Bond mexiquenses.

“Con sueldos que van desde 13 mil pesos, Ulises Esperanza, Alicia Nieto, Antonio Domínguez Cura, Juan Adrián Trejo, Hipólito Villena, Romelia González y Juan Manuel Nolasco, tienen como función principal hacerse pasar como perredistas para infiltrarse y desestabilizar al partido, mientras que José Antonio Vargas, Cosme Ceja y Alberto Milla están comisionados para involucrarse en el PRI municipal”, señaló.

No hay comentarios:

Publicar un comentario